Morena en rojo by Myriam Laurini

Morena en rojo by Myriam Laurini

autor:Myriam Laurini
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga
publicado: 2008-08-09T22:00:00+00:00


XII

NOTICIAS DE MÉRIDA

Siete meses en Nogales y no sé cuántos que les había escrito, cuando llegó la respuesta del Güicho. Una carta llena de errores de ortografía y de frases incoherentes, como que planchara bien mi ropa, que tendiera bien mi cama, que sólo tomara tequila nacional. Pasé toda la tarde tratando de descifrarla.

El código que habíamos establecido se hacía difícil y complicado, especialmente cuando en vez de escribir servicio se escribía cervisio, avitazión, difinitibo.

Por la noche, después de cenar y junto a una copita de tequila, pude armar el mensaje:

OY COMIMOS CACA DE MONO. EL PEC ES PEC. SOI CHILAN. COME CACA TU.

¡Qué rechingaos quería decir! Sabrá Dios y su puta madre. Pura cabeza de hule espuma tiene el Güicho, sesos de mono atrasado es lo que tiene. Releí la carta por enésima vez, miré la botella de Herradura ¡tequila nacional! Cuando consiga un importado se lo mando al cabrón y lo hago desertar de AA. Echaba espuma entequilada por la boca.

Comimos caca, comimos mierda, nos fue mal, nos va mal. Porque cuando se come mierda es que a uno le va mal, o no tiene qué comer. ¿Qué pasó? El perro es perro ¿quién será el perro?, habrán localizado al capo, nunca le llamamos perro ¡maldito Güicho! Soy chilan, ¿será chilango? ¿o maya? ¡qué carajo querrá decir! y encima me manda a comer mierda. Que tienda mi cama, que me cuide, que tenga todo muy bien preparado, la cama bien tendida, que la tienda yo, no que me la tiendan, que debo estar alerta. Que planche bien mi ropa. Cama tendida, ropa planchada. Afinar el plan, pronto entraremos en acción, estamos sobre la pista, creo que por ahí va. Al Güicho le va mal, pero sabe quién es el perro, y sabe que tiene pocas posibilidades porque lo consideran chilango, que yo voy a comer mierda, que me puede ir mal, por eso debo tener la ropa bien planchada, la cama tendida por mí y sólo tomar tequila nacional, no confiar en los extranjeros, la sigue tomada con Lázaro, no sabe que hace siglos que no lo veo.

Excesivamente embrollado, no me quedaba más que esperar mayor claridad en las próximas noticias. Servirme otra copa de Herradura nacional, sentarme con los codos en la mesa y esperar.

Al día siguiente le mandé un telegrama: "Precisar recomendaciones. Los quiero. La morena".

A los tres días otro telegrama decía: "Plancha la carta. Güicho y Rosi".

"¡Qué idiota! Cómo no se me ocurrió" —pensé en tanto buscaba la plancha. La calenté al máximo y la fui pasando sobre el papel. Como en los juegos de niños empezaron a brotar letras amarillas, palabras amarillas que se iban tornando café claro, me entró una euforia electrizada, el corazón latía aprisa, me reía sola, di brincos, me quemé una mano con la plancha.

—Güicho querido, tienes la cabeza llena de cerebro —grité y leí la carta en voz alta:

—Morena, ya tiro bien con la isquierda. A un narco le di en sus merititos güevos, a un mayate que pescamos



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